Hoy (o corazón de mimbre)


Hoy por primera vez en 24 años he llegado con tiempo a una estación de autobuses. Esa en la que durante cuatro años me dejé los sueños en viajes infinitos, de Salamanca a cualquier espina dorsal. He tenido diez minutos para repasar, escombro a escombro, cada derrumbe sentido en esas dársenas, al borde de la ciudad amarilla, para acrecentar el nudo gordiano que me apresa la garganta y que no sé como deshacer ahora que he dejado de lado todos los cuchillos.
Y hoy por primera vez en mi vida escupo mi debilidad reconociendo mi estancia en las cunetas y pido luz a los faros que siempre se han mantenido brillando cerca. Hoy, despierto con un adiós infectándoseme en las costillas, con el sabor a sangre y cervezas aún en la boca y con las gafas de sol cosidas a las retinas en este día nublado. Hoy cuando se me guillotinan los sueños entre las manos admito que no soy tan fuerte, que esta vez mi propia flecha ha acertado en carne viva y ni aún abriéndome las venas conseguiré que sangre.
Hoy no me doy por vencida porque le debo a muchas manos el seguir de pie, pero he decidido vencer mi vértigo sólo para poder acercarme al borde del precipicio sabiendo (porque lo llevo escrito en los nudillos) que no sé volar. Ni lo pretendo.
Y hoy, cuando aparecen los primeros molinos en el horizonte no me quedan dedos para secarme las lágrimas, yo que siempre supe blindarme tan bien que parecía tener el corazón de hielo. Hoy vendería cada gota de la sangre que ya no sé derramar para que aquello no fuese sólo una imagen difusa en los espejos.

“Y le hizo un trato al colchón
con su espuma se forró el corazón
anoche era de piedra
al alba era de mimbre
que se dobla antes que partirse…”

Sonando: “Corazón de mimbre” de Marea

8 comentarios:

Las malas lenguas también dicen que terminó por huir a la boca del lobo pero el que aquí firma sabe que la saliva nunca oxidará su ternura de manos frías (y corazón caliente) ni acabará con la efervescencia de sus sonrisas porque el día que conoció a Marea no cedió al engañoso trueque (aunque algunos así lo piensen) de enhebrar el corazón en mimbre (que se dobla antes que partirse) y lo sirve en edición única a todo aquél que rasque un poco

Si recuerdas, escribí esto sobre ti en aquél texto que aún guardas en tu blog (y en tu corcho). Y lo sigo pensando, sé (porque te conozco) que no cederías a anestesias. Al igual que sé que eres mucho más fuerte de lo que alcanzas a ver, esos faros sólo nos encargamos de recordártelo cuando los acantilados amenazan a los huesos ya magullados.
La niña del corazón de hielo... como se equivocaron contigo :)

Besarkada bat niña. De los grandes ;)

2:56 a. m.  

y hoy, pq es hoy, y es ahora...

hoy...

toca empezar (de nuevo)

abrazos ausientes desde el norte

11:24 a. m.  

Niña, nunca tuviste el corazón de hielo, lo escribiré por todas las paredes para que te lo creas (de una vez)
Hoy tendrás todas las luces que necesites, para contemplar contigo el abismo y reirnos de él, como hemos hecho siempre. Hoy seguirás teniendo el corazón más grande que he conocido (sin hielo) porque así lo has tenido siempre. Y hoy seguirás adelante, como lo has conseguido siempre.
Nosotros sonreiremos al verlo. Como siempre.

1:36 p. m.  

Y el vértigo no se vence. Se comprende.
Un petó a ambos.

9:14 p. m.  

La historia se repite, en otro lugar, en otra mitad del corazón; la historia se repite maldita sea...
Un beso gigante.
mamen

8:47 p. m.  

Yo, sin embargo, siempre llego con tiempo a las estaciones de autobuses. Como me sobra me dedico a leer las manchas de grasa que los autobuses dejan en las dársenas y los recuerdos que la gente va dejando por las esquinas de la estación.

10:46 a. m.  

Los molinos siempre indican el camino de vuelta a casa (en tu caso en todos los sentidos) y en casa siempre se siente uno mejor.
Nunca me había planteado el que llegaras siempre tarde por no pararte a esperar... y pensar. Déjate acompañar anda. Mila musu

Ojalá que tuviera valor
y decirte que no pasa nada
son diez pisos y no hay ascensor
hacia el cielo del que tú me hablas
y no me da la gana
marcharme cuando empieza lo peor
un nudo en la garganta
se intuye por tu voz en el contestador


Pd. Y cuidado con las cervezas

12:59 p. m.  

No, afortunadamente, no sabes volar, si lo hicieses, tus preciosas huellas no quedarían grabadas en nuestros corazones de mimbre...:) Abrazos bonita

4:56 a. m.  

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