Lo jodido es seguir soñándote


Lo jodido es seguir soñándote. Que las mañanas siempre terminen enmarañándose en tu reloj de pulsera, debidamente adelantado, ahora te estarás levantando, te vestirás rápido huyendo del invierno en las baldosas, ahora te desayunarás las ojeras con tostadas. Lo jodido es que no conocí nunca a nadie que le sentasen tan bien las ojeras. Ni que me hiciese llorar sin lágrimas. Con los ojos atestados de recuerdos, sin levantar acta judicial por todos los accidentes. Lo jodido es que aún me estremece tu tacto, el recuerdo inequívoco de tu lengua gateando por mi espalda y tú gimes bajo otras manos. No, que va, eso no es lo peor, no duele tanto imaginarte desnuda, reflejándote en otros ojos, como saberte rendida a ellos. Como saber que sonríes en otras grietas, que mis brazos no pudieron provocarte una sonrisa perdurable en el tiempo, en cualquier tiempo. Lo jodido es que le quieres a él y no a mí.
Y no me queda ni el consuelo de querer odiarte, de culparte o de arañarte la imagen con las cuchillas afiladas de un rencor que no es tal, que nunca podría ser tal, no me queda el bálsamo de quemar los cuentos que nunca pude llegar a contarte. Porque terminaría por reescribirlos en los tuyos.

Foto: Endika G.G

El texto no es exactamente mío...


Ausencia o ruptura



Alguien dijo por ahí que es mejor tener el corazón roto a no tener corazón… apuesto mis articulaciones a que quien lo dijo tenía el corazón repleto de mariposas de esas que nunca terminan de posarse, apuesto que sonreía por las mañanas, siempre acompañado y que tomaba el café sin azúcar. Así es fácil hablar, arriesgar con una maraña de redes meciéndonos en un vacío inexistente. Dar un paso adelante y mirar a los demás por encima del hombro ocultando que en casa se tiene quien lame los arañazos hechos a punzón oxidado, porque es así es como supuran los corazones rotos, por si el que dijo eso no lo sabía.
Puede que quien habló, no supiese como se estiran las madrugadas, como duelen las canciones, el peso de unos labios que buscas y no encuentras ni ejerciendo de colibrí en mil bocas desconocidas. Porque nunca vuelve de nuevo, porque el amor que nunca vuelve es el que más esperas, porque rebañas el fondo de los vasos y los charcos de todas las noches sin querer darte cuenta de que ya no te quedan réplicas. Y prometes en cada escalón no sentir antes de volver a encontrarte con ellos.
Así pues, estoy segura de quien dijo esta brillante frase no conocía los efectos de un corazón hecho añicos. Y si lo hacía… miente.

¿Dónde están las llaves? Matarile, rile, rile...

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