Equivocaciones espacio-tiempo


Y de pronto se fue de las manos no la he vuelto a ver…
La querías tanto que el día que desapareció se te apagaron todas las reacciones. Lo único que dejó activo su marcha fue tu capacidad de llorar hasta que se te mojaran los tobillos y eso fue lo que hiciste durante días. Sabiendo que suplicarías sólo por un titubeo en su voz, una grieta en su muro defensivo. Sin entender que pintaba la época de sequías a estas alturas del año, buscando meteorólogos que certificasen que aún existía una posibilidad, que tus inundaciones no caerían en manos vacías.
De repente un día te diste cuenta que ella esta vez había usado la palabra adiós, descubriste su resguardo sin billete de vuelta y se te hicieron añicos las compuertas, se multiplicaron los coladeros mientras tragabas saliva para no quedarte sediento. Ya no está, ya no está, ya no está, te gritaban las calles donde la quisiste a tiempo completo. Sin descanso para el cigarrito.
Ahora te engañas en las madrugadas creyendo que compusiste la argamasa adecuada para contener la marea que no has tenido que soportar en tus pupilas. Es la forma más sencilla cuando eludes tu pasado, no volverlo a pisar… Y besas otras manos y tocas otros cuerpos, convencido de que las telarañas han hecho lo que les corresponde. Que lo que escuece en tu estómago cuando la imaginas es sólo la mala digestión del alcohol de anoche, estará como siempre en alguna frontera… cuando la ves tomando otros puertos, con la misma maleta de siempre, colgando destinos en la sonrisa que nunca quisiste dejar de besar. Cuando sabes, porque lo sabes, que podrá deshojar cuerpos sólo con un guiño recordando los cuerpos, olvidando los nombres… y cuando el tizón se acerca demasiado a los puntos vitales, concluyes las máquinas e inundas pensando que así limpiarás el pasado. Y sólo te darás cuenta de que te equivocas cuando sea demasiado tarde.

Estarán intentando sacarme de quicio
las miradas al sur
los recuerdos de entonces
Estaré consiguiendo
sentirme yo mismo
en las pieles de otros
en la boca de todos…

Sonando: “Se nos iba la vida” de Quique González
Foto: Sherezade

Cuentos de colores


Allí estábamos tú y yo, llevábamos meses sin decirnos nada, creando historias de papel maché los días de tormenta, contándonos cuentos bajito, a la altura del corazón, sin saber muy bien de quien hablábamos. O sabiéndolo demasiado bien. Como el de aquella bailarina que no aprendió a bailar hasta que lo hizo descalza sobre los cristales hechos añicos de sus zapatitos de cristal. O aquél otro del viejo sordo que contaba las olas impares cada martes. Aunque mi favorito siempre fue el de la niña que coleccionaba cáscaras de nuez en la bañera de su casa. Porque nunca se atrevió a subir a una de ellas y decirle al viento que estaba dispuesta a hundirse pero no a dejarse arrastrar por los sumideros. Porque cuando me lo contabas me parecía que me leías sin mirarme entrelíneas. Y porque sin atreverme yo a hacer lo mismo, siempre esperé que me sumergieras hasta el fondo de aquella bañera.
Y allí estábamos tú y yo, tejiendo hilos con palabras sin averiguarnos las manos que las dictaban, saltando la rayuela y haciéndonos trampas a nosotros mismos en un intento de evitarnos los ojos. Porque a mi me mareaba tanto negro y tú nunca llevaste bien que no te aguantase la mirada. Con demasiados años en los párpados como para cerrarlos y empezar de nuevo, pero se nos acabaron los acentos y sin darnos cuenta empezamos a escribir postdatas detrás de las rodillas, a salvo de cualquier ventisca. Hasta que un día me cogiste de la mano y, con caricias, fuiste ensayando el final del cuento hasta que nos lo supimos de memoria, cuando ya sabíamos deletrearlos con una mano rompiste todas las letras y me pusiste un pincel en las manos. Fue el negro de tus ojos quien me dijo:
- Píntame de todos los colores.

(Des)encuentros


Ahora recuerdo donde dejé todos mis besos...
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peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez
peor que el olvido fue volverte a ver
Me sobran motivos
pero me faltas tú sobre la cama
y ahora las calles están llenas de bandidos
cuando necesito de tu madrugada
(...) Peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez
peor que el olvido fue volverte a ver
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Sonando: "De haberlo sabido" de Quique González
La idea de esta entrada me la dio Sherezade (quien sino?)
La foto es de Endika G.G

Creer


¿Qué es lo que quieres? ¿Que me pierda en el plomo de tus ojos y reniegue de todo aquello en lo que creí una vez? Sabes que esta noche podría cerrar las compuertas pero mañana sería lo mismo y he visto ya demasiados amaneceres iguales. Ya no creo en nada pero tengo los dedos empapados en cera y la frente húmeda de causas en las que quiero creer. En las que necesito creer. Si ahora te beso, aunque me muera de ganas, tendré que asumir las sepulturas abiertas de todo aquello sobre lo que construí mañanas inventados para poder seguir adelante. Caerán las pocas ruinas en las que sostengo las maletas para salir corriendo, por si calas más de la cuenta. Si ahora me rindo, si ahora te beso, mis principios se avasallarán de finales.
Porque si te beso ahora, ya no creería ni siquiera en mi.
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Sonando: "Últimamente" de Ismael Serrano

Equilibrio prohibido


No puedes acercarme tu cuerpo a menos de mil yardas sino quieres que taladre todos los agujeros negros en busca de tu ropa interior, y lo sabes, y lo sabes pero aquí estás. Y suspendes tu tacto en la silueta de mi piel subiéndome todas las escaleras con un balanceo de caderas, me recuerdas a un pica-hielos haciéndome añicos los huesos. Los oigo crujir, quebrándose, cuando me hundo en tu ombligo y mudo mi tacto a tu cintura. En ese preciso instante en el que tengo tan claro que nunca serás cercana por mucho que te beba sorbo a sorbo, que tu barrera no caerá por mi, que ni siquiera lo hará conmigo, acompañándome en el vértigo.
Percibo los grilletes mientras nos besamos, las celdas cerrándose entorno a los recuerdos repetidos e intento aislar la fría convicción de saber, que si abro los ojos, no estarás.
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Sonando: "El equilibrio es imposible" de Los Piratas
Foto: Sherezade

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